Escrito por Guido Romeo
Director de Proyectos
UNIMER PANAMÁ, mayo 2020
“A los presos se los envía a aislamiento como método de castigo”, dijo un adolescente luego de ver una serie en Netflix. Desde el 25 de marzo y a raíz del COVID-19, en Panamá vivimos bajo un estricto decreto de cuarentena. Seamos una madre, un estudiante o una marca comercial, nuestra realidad cambió drásticamente en pocos días, y aunque se informó de conductas preventivas para el virus, el aislamiento también supone un desgaste e impacto emocional, razón por la cual UNIMER Panamá realizó una encuesta a 450 residentes de todo el país con el fin de conocer cuáles son las particularidades de dichas consecuencias con un enfoque psicológico contextualizado.
La televisión, los espacios comunes y el WiFi adquirieron un valor sin precedente durante este periodo, así como también, artículos de primera necesidad. Sabido es que, las medidas no son ajenas a la realidad social y el aislamiento, por ende, no es igual para todo el mundo. Un 40% de los encuestados ha perdido su fuente de ingreso y el 51% indica que su realidad laboral se ha deteriorado a raíz del Covid-19. En hogares de 4 personas en promedio, esto agrega una complejidad mayor.
Adicionalmente, la cuarentena ha generado múltiples cambios en la conducta que pueden hacernos más propensos a enfermedades, estos cambios los conocemos como factores de riesgo. De allí que tenemos que al menos un 70% de los entrevistados presentan alteraciones del sueño, un 15% consume más comida “chatarra” o no saludable y un 21% indica que está comiendo más que antes. Además, aunque captamos pocos casos de fumadores de cigarrillos y de consumidores de marihuana y otras drogas, un porcentaje de estos nos indicaron que consumen más que antes del Covid-19.
Sin embargo, resulta interesante observar que el aislamiento parece ser físico mas no afectivo para la mayor parte de los evaluados. Más de la mitad mantiene conversaciones con amigos y familiares y comparte actividades con la gente que pasa con ellos la cuarentena, lo que supone, no sólo un fortalecimiento, sino también una revalorización de los afectos en la ausencia. Los hábitos que permiten canalizar la ansiedad (deporte y actividades placenteras) quedan relegados y sólo alcanzan un tercio de la muestra o menos.
Cambios laborales, económicos, de entretenimiento, de hábitos y relaciones. Estamos en una situación de duelo, de pérdidas múltiples de aquello que constituía nuestra rutina: enojo, tristeza y culpa son emociones que se espera, puedan aflorar. El miedo y la tristeza son las emociones más experimentadas durante el encierro, en conjunto alcanzan el 58% de la muestra.
En resumen, este escenario pareciese ser un entorno propicio para el desarrollo o incremento de algunos síntomas, pensamientos negativos y emociones displacenteras derivadas de estos. La ansiedad parece ser el cuadro sintomatológico más evidente y frecuente entre los evaluados. Al respecto 6 de cada 10 personas siente preocupación excesiva y suele sentirse nervioso o tensionado durante el aislamiento y un 50% se enoja más fácilmente en este período. Además, los síntomas físicos de la ansiedad (opresión en el pecho, temblores) alcanzan el 35%, para la población en general, pero un 46% para las mujeres.
La angustia se da frente a algo incierto que puede ser potencialmente malo, en un entorno tan cambiante este estado parece previsible y genera la duda y se abre el espacio para preguntarse, ¿cómo será el futuro? El 82% tiene una visión desesperanzadora de su porvenir con alguna frecuencia y un 57% menciona que ha perdido el interés en personas y actividades que le resultaban placenteras. También, uno de cada diez siente con frecuencia culpa y tristeza y que no tiene energía suficiente para llevar a cabo ninguna actividad.
Varios nos hemos preguntado e incluso discutido al respecto, ¿estamos preparados para esto? Lo cierto, es que hay un proceso, una curva de aprendizaje para la psiquis (las emociones) y hay que sobrellevar ese proceso adaptándonos de la mejor manera.
Como personas, empresas y familias sabemos hoy, que las situaciones extraordinarias requieren de nosotros comportamientos innovadores. Así, el conocimiento supondrá siempre un arma eficaz para generar desarrollo. Sin ignorar la realidad que muchos enfrentan, se nos ha pedido permanecer aislados mas no sufrir en aislamiento. Como indica Gabriel Rolón, cuando uno toma una decisión deja de ser un rehén: ¿Tú eliges quedarte en casa?
Sobre el estudio:
“Así nos sentimos los panameños”
Fecha del trabajo de campo: 18-28 abril, 2020
Puede ver la publicación original y descargar el informe en PDF en este enlace: https://blog.unimercentroamerica.com/la-cuarentena-un-reto-tambien-emocional