Sandra Zumbado
Socia Directora
A raíz de una charla que di en estos días acerca del teletrabajo, le pedí a mis amigos que nunca habían hecho teletrabajo o que lo hacían en pocos días, cómo les había ido con estas largas jornadas producto del impacto del COVID-19.
Las respuestas que recibí me motivaron a escribir esta nota, pues para alguien que ha trabajado bajo esta modalidad más de una década, no le es tan fácil imaginar los retos, dificultades o beneficios extra, que pueden encontrar tantos trabajadores que se vieron forzados, de un momento a otro, a convertir sus casas en oficinas.
Mientras unos lidian con dolores de espalda por no contar con mobiliario adecuado, se enfrentan a horarios extendidos y controles excesivos de sus jefes, otros celebran poder dormir unas horas más, andar en pijama y sin arreglarse, sentirse más productivos y concentrados o sentarse a almorzar con un plato caliente recién hecho.
La verdad es que muchas empresas e instituciones no estaban listas para poner en marcha los beneficios de la Ley 9738, promulgada el año anterior y que dicta las bases para el teletrabajo. El llevar el tema a marcha forzada tomó a muchos por sorpresa y sin duda nos arrojará nuevas cifras y conocimientos alrededor de esta herramienta, que para muchos se volverá indispensable en sus relaciones laborales, mientras que para otros confirmará su resistencia a la aplicación de la misma.
Y es que vivir el teletrabajo en una situación normal no se compara en nada a tener que hacerlo bajo una situación de confinamiento, en el que los espacios deben de ser compartidos con toda la familia y se debe repartir las horas entre atención de deberes escolares, ruidos de mascotas, saturación del Internet y otros muchos retos que compartieron conmigo muchos de mis contactos.
Lo que me dejo de esto y la razón por la que decidí escribir este texto es porque creo mucho en el teletrabajo, desde antes porque en nuestra empresa, Zona de Prensa, lo hemos venido practicando con éxito durante 13 años, pero también porque ha servido como una zona de seguridad para muchos ante esta pandemia y porque nos demuestra la importancia de legislar y adaptar las aplicaciones cuando las situaciones de crisis lo exigen.
Algunos disfrutan de teletabajar rodeados “paredes verdes”, como una querida amiga en San Carlos, otros en condiciones menos cómodas, pero agradecidos de conservar su fuente de ingresos. A futuro, fortalezcamos esta herramienta, capacitemos a nuestros colaboradores para que sepan hacer un uso responsable de este beneficio y saquemos algo muy positivo de esta difícil experiencia a la que nos ha sometido el Coronavirus.